Amélie siempre había odiado a los cobardes y a los que no dicen lo que sienten.Durante toda su vida la rodearon de mentiras,de inocentes que resultaron ser los más culpables y de verdades inventadas que acabaron por destrozar su confianza y autoestima.Aquella fue una manera atroz de protegerla.No hizo más que convertirla en una niña de papel.Una niña que se dejaba llevar por todos los vientos creyendo que así ,algún día podria llegar a entender.A pesar de ser fácil de llevar,era demasiado inteligente como para dejarse engañar continuamente. Guardaba detalles de todo lo que su madre le explicaba,gravaba en su mente todas las sonrisas de su padre y saboreaba a sorbitos pequeños todas sus sopas.Finalmente , después de meses reflexionando,ataba cabos y descubría la verdad.Pero después de tantas mentiras,acababa inventándose historias para olvidarse de las feroces verdades.No quería enfrentarse a ellas sola.
Prefiere pensar,que a su amado le pasa lo mismo:tiene miedo. Y a pesar de ser un cobarde de manual,siente compasión por él .Le entiende. Él es como ella de pequeña:es un hombre de papel.
Solo espera que su corazón se distraiga un momento y allí en ese instante,su cerebro aproveche y se olvide de ella .Lo último que quería era hacerle daño.No se lo merecía,para nada.Ella estuvo demasiado tiempo dormida,sin saber valorar lo que tenía,y él se merecía un amor mejor que eso.A pesar de ser un cobarde y un mentiroso,sabía que para él las tormentas aún no habían cesado.Pero pronto lo harán. Amélie confía en la chica de los ojos color miel.Confía en que pronto le enamorará. Y aunque eso la mata lentamente,es consciente de que es lo mejor.Cuando él se enamore podrá dejar que una parte de ella siga helándose tranquila en Reikjavik. Aún así,cuando escucha a su inconsciente,sigue recordando las noches de amor y los planes de futuro que nunca podrán cumplir.
Pero también quiere confíar en el Señor Deshielo...
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