El miedo tiene tantas formas distintas. Se esconde en sitios tan diferentes, se disfraza, nos engaña y nos confunde. El miedo es atroz si no le miras a los ojos, si no eres tu el que clava el puñal antes.
Y cuando le tienes en frente, y te penetra el alma con sus ojos grandes, las piernas se te adormecen. Los pelos se te ponen de punta, y un nudo intenta salir de la garganta, provocando náuseas e incluso vómitos.
Lo valiente sería disparar primero.
Amelié prefiere aguntarle la mirada, para ver si el miedo puede sentir miedo mirándola a ella.
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