Al dar su vida por completamente perdida, pudo bañarse del todo. Se hundió de repente, sin tener tiempo a coger aire, sin poder cerrar los ojos.
El agua penetró todos los rincones de su cuerpo, hasta los más secos y agrietados. El agua la abrazó sin miedo, sin dudas, con determinismo y fe. Fe en revivirla, en que recuperara su sonrisa.
Foto: http://ibaiacevedo.com/
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