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sábado, 3 de agosto de 2013

La peor tortura

La peor tortura, la que más atormentaba el alma de Amélie, era el amor.

Hoy no quiere amor, ni besos, ni caricias. Hoy quiere su libertad, las ganas de reír y llorar por alguien que no sea un Romeo. Quiere reencontrarse a sí misma, dormir sola, ir a cenar sola, comer helado todas las noches. Arreglarse para ella, sonreír para ella. Mirarse al espejo y ser orgullosa de ser una mujer independiente. Quiere no esperar a nadie. Quiere correr sin mirar atrás. Quiere correr sola y sentir el viento besando su mejilla a cada paso. Sentir el peligro, el miedo, la vida, la gente a su alrededor viviendo la propia rutina. Ver a los demás crecer, a los enamorados besándose, a los niños jugando, a las madres amando.
Pero sola. Escapar, caminar entre la gente sin sentirse una cobarde.
Correr no es de cobardes.Hoy no.
Correr es de valientes.
Lo bastante valiente como para estar sola. Sola.

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